IDA
VUELTA
VALENCIA-SALER-PERELLO-CULLERA-TAVERNES DE VALDIGNA-SIMAT-BARX-SIMAT-TAVERNES DE
VALLDIGNA-CULLERA-PERELLO-SALER-VALENCIA.
Solo acudimos ocho, a lo que a simple vista, solo tenia como
punto fuerte el puerto a la llegada.
Como se aprecia en las imágenes, es prácticamente llano
hasta la llegada a Simat, donde empieza el ascenso a la sierra del Mondúver, hasta la llegada a Barx.
A las horas que
salimos estábamos prácticamente solos en la carretera, siendo un recorrido
bastante cómodo, si no fuera por el aire que ya empezaba a fastidiar, pasando
entre arrozales, la Albufera, y como no Cullera, con su nombre escrito en la
montaña, y esa especie de manga de mar que entra y permite el atraque de
pequeños barcos de recreo y pesca, seguimos entre naranjos, y tras pasar
Tavernes, llegamos a Simat, con su Monasterio de Santa María de la Valldigna. El
ascenso comienza con una rampa que hay que tomárselo con calma, pues luego es
un zig-zag constante, donde el ascenso realmente se consigue en las curvas,
siendo los tramos entre estas, prácticamente llanos, y sirviéndome por lo menos
a mí, para recuperar, y poder subir relativamente bien. En la cima existe un
desvío hacia una fuente y algo más que me dijeron y que tendré que volver para
conocerlo. Con un pequeño descenso llegamos a Barx, donde al principio hay un
bar donde almorzamos muy bien, y me llamó la atención que en la esquina de
enfrente tenían una planta baja donde dejamos las bicicletas, (nosotros y
bastantes más cicleros), y luego en el bar tenían una televisión desde donde se
controlaban las bicicletas, en fin un detalle digno de agradecer.
En la subida ya me llamó la atención la vista del valle,
pero en la vuelta, que salí un poco delante junto con el Tito Juan, al que me fue imposible seguir, y aproveche el
descenso para apreciar el Monasterio, todo el valle, y entre las montañas, el mar,
una vista realmente preciosa.
Realizamos una pequeña parada en Tavernes para reparar en
una tienda de bicicletas bastante grande que hay en la entrada, la bicicleta de
Ricardo (el cabo), pues en la parada en el bar se dio cuenta que había subido con
la rueda trasera frenada “Ahí es nada”.
La vuelta nos la tomamos con calma, pues el viento molestaba
bastante.
Ya en el cuarenta de mayo, es aconsejable llevar en la
chepa, un pequeño dispensador de crema solar, pues ya se nota, yo utilizo un
frasco de estos de plástico para líquidos que permiten en los aeropuertos.
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