El pasado julio estando de
vacaciones con mi familia, recibí unos whatsapp con unas imágenes del compañero
de la peña Santi
con su padre y otro amigo en una ruta
ciclera por los picos legendarios de los Pirineos, y reconozco que mi primera
impresión fue de envidia, pues en estos momentos con los problemillas normales
de adolescentes con mi hijo de 14 años,
me paré a pensar lo que me gustaría poder el día de mañana realizar esa misma
ruta con mi hijo, y me alegré de que ellos la estuvieran disfrutando.
El pasado jueves 11 de septiembre
Santi nos dijo por whatsapp, que el martes anterior yendo en bicicleta su padre
con un amigo se le paró el corazón, y sin conocimiento se cayó por un
terraplén, aunque lo peor no fueron las heridas por la caída sino el tiempo que
estuvo el cerebro sin oxígeno. Todos nos temimos lo peor y aunque intentamos
animar a Santi, al día siguiente nos confirmo la muerte de su padre. Si, ya se
que este final más tarde o más temprano nos llegará a todos, y que podríamos
pensar que le ocurrió realizando una de las cosas que le gustaba, pero en ese
momento cuando nos lo dijo, lo que me vino a la mente fueron esas imágenes
hacia poco más de un mes ciclando padre e hijo juntos, siendo quizás por los
momentos que seguro compartieron de esfuerzo, de risas, y de comunicación, un
regalo para el hijo que seguro no podrá olvidar y un regalo para el padre que
seguro agradeció .
No puedo más que en nombre del
conjunto de los miembros de la Peña Ciclista
Bomberos Valencia y del mío propio, dar el más sincero pésame
a Santi y a toda su familia, y agradecer ahí donde esté, a Santi padre, los
momentos compartidos ciclando con el grupo, y aunque en los últimos tiempos sus
condiciones físicas no le permitían salir con la peña, ahora siempre estará con
nosotros.