LAGOS DE COVADONGA








INFIESTO-COLUNGA-CASTAÑERA-CANGAS DE ONIS-COVADONGA(LAGOS)-CANGAS DE ONIS-INFIESTO(N-634).

Si, efectivamente esto pilla un poco lejos de Valencia, un pequeño grupo de la peña organizó una escapada de una semana por las montañas de Asturias, y yo aprovechando que estaba en Castilla-León a unos trescientos y pico kilómetros,(aunque lejos bastante más cerca que desde Valencia), aproveché y el lunes salí a su encuentro a comer en Benavente, y juntos fuimos hacia  Oviedo .
La comunidad nos recibió en los montes de acceso con una tormenta impresionante, tras la cual la temperatura descendió más de diez grados , quedando cerca de veinte. En  Oviedo  tenían reservado un Hotel en el casco viejo, nos costó un poco llegar hasta él pues la zona es peatonal y controlada por la policía con cámaras, siendo necesario que el hotel confirmara nuestra estancia por correo a la policía, para que no nos multaran. Después de aclararlo todo, dejar las bicicletas a resguardo, descargar maletas, y dejar los coches en un aparcamiento cercano, nos dimos un pequeño paseo por el centro reconociendo la libertad que permite la inexistencia de circulación de vehículos.
Tras una vuelta, unas cuantas fotos y una prueba de la sidra del terreno, terminamos buscando un sitio para cenar en una calle repleta de restaurantes, escogimos uno que nos pareció correcta la relación calidad precio, tras lo cual nos dirigimos al hotel, no sin antes tomarnos la penúltima en un bar cercano al Hotel. Después de preparar un poco la ropa del día siguiente intenté dormir, aunque no sé si los nervios, la cama o ambas cosas me lo pusieron difícil. Me levanté un poco más pronto que el resto para hacer un viaje al coche con la maleta, pagar la habitación, etc. pues al terminar el día yo volvía con la familia y los demás seguían el resto de la semana con otras salidas cicleras. Habíamos quedado a las siete para ir a desayunar al bar cercano donde tomamos la penúltima y después recoger las bicis en el hotel, y llevarlas al aparcamiento para salir al punto de reunión a unos cuarenta y cinco minutos, total que sobre las nueve estábamos a punto en Infiesto, un pueblo desde el que habían acordado salir hacia los lagos, además acudirían unos cuantos miembros de una peña de Albaida, conocida por los compañeros.

Pasadas la nueve y media salimos ocho ciclistas bajo una leve llovizna, que nos obligó desde el principio al chubasquero. Salimos intentando buscar una vía alternativa para evitar la Nacional, y con estas llegamos sobre el Kilómetro 16 al alto de la Llama, de algo más de cuatrocientos metros de altura, y que aparentemente solo era un  aperitivo, la dificultad entre comillas era la bajada con el suelo mojado, y el frio que te entraba al estar mojado, pues prácticamente se podría decir que trafico cero. Sobre el Kilometro cuarenta y dos, llegamos al Mirador del Pi, de unos 600 metros de altura y este ya sí, con unas rampas considerables, sin parar de chispear y con solo el desayuno, llegamos a dicho alto y en un pequeño quiosco tomamos un mini bocadillo y un café para coger algo de temperatura, y con Pedro y Vicente ascendí hasta el propio mirador de cemento en la cumbre, desde donde se supone se ve el mar y las montañas, aunque la niebla impedía ver nada. Antes de continuar tengo que aconsejar en estas subidas quitarse la gafas para poder apreciar la maravilla de los paisajes por donde pasamos, pues además cuando no es la lluvia es la sudor y no te permiten ver bien.  Iniciamos el descenso hacia Cangas de Onís, a estas alturas empapado con una mezcla de sudor, lluvia y barro de las ruedas de los demás. Pasamos por el Río Sella donde es digno de ver la cantidad de canoas que descienden dicho río, con estas llegamos hasta Covadonga, con cerca de setenta kilómetros, dos puertos a las espaldas y tengo que reconocer que con el cuerpo entumecido por la temperatura y la lluvia, realmente si añadiéramos este recorrido a la inversa, hubiera sido una muy buena salida ciclera, pero no, no sé si por error, o, a sabiendas, aun esperaban unos doce kilómetros de puro ascenso. Tras el pueblo de Covadonga y unas cuantas zonas de parquin, llegas a una rotonda desde donde ya no dejan pasar coches, solo andando, bicis, y una línea de autobuses que previo pago, te suben y bajan a los lagos. En ultima posición del grupo empecé el ascenso sin prisas controlando el cuenta kilómetros, y las pulsaciones, disfrutando de mi entorno, las tranquilas vacas pastando a tan solo unos metros de mi, del verdor de esa zona y realmente de  todo el recorrido del día, me di cuenta que si tuviera que decir un color para definir lo que veía seria el color de la vida, pues piensas que algún día la vida tuvo que salir de algo parecido a aquello, con esto había pasado el kilometro cinco y cerca de una hora desde el inicio del ascenso. Cuando estaba en una rampa muy dura  en una de aquellas que me fui a poner de pie para pedalear mejor, me caí al suelo, realmente iba despacio y no pasó nada, en un principio pensé que al hacer fuerza había sacado el pie de la cala, tras comprobar el correcto estado de la bicicleta, intenté continuar y al poner el pie derecho en el pedal me di cuenta que no enganchaba, tras mirar el pedal y la cala del zapato me di cuenta que en este se había roto el borde de delante que engancha en el pedal, tras varios intentos me di cuenta que con esa pendiente y resbalando el zapato en el pedal era imposible seguir subiendo pedaleando, tras un par de intentos fallidos para que los autobuses por lo menos me subieran hasta arriba decidí que tras el viaje en coche, dejar la familia para estar allí, etc., no podía dar la vuelta, así que decidí seguir andando, los que conocen la bicicleta de carretera conocen de la dificultad de caminar con los zapatos de ciclista, aunque en el pie izquierdo me pude poner el cubre cala en el derecho el trozo que faltaba me lo impedía, si a esto añadimos las rampas de ascenso y arrastrar la bici, la verdad es que no podía ir muy rápido, mientras seguía adelante pensé que quizá la subida andando al mirador del Pi por unas escaleras de piedra agrietaran la pieza rota, el caso es que no iba a dejar que una pieza de menos  de 15 euros me estropeara el viaje. Tras dos kilómetros llegó la niebla, una niebla que aunque no sirvieran para nada  me obligó a encender las luces de la bicicleta, y pararme y tener mucho cuidado cuando bajaban los autobuses, tras otros dos kilómetros, cuando en teoría me quedaban unos tres bajó Vicente que paró extrañado al verme subir andando, y que tras escuchar el problema me dijo que arriba aún había mas niebla siendo imposible el ver los lagos incluso el verse entre compañeros, y que incluso por seguridad  no valía la pena, muy a mi pesar, di la vuelta y empecé el descenso, no sin problemas, pues aprendí que además de para pedalear, el apoyo en los pedales también sirve para la estabilidad en las curvas, por lo que con los pies solo apoyados en los pedales, bajando muy despacio realizando un par de paradas porque tenía las manos doloridas por el frío, la humedad y la presión en las manetas de los frenos. Una vez en la rotonda nos hicimos unas fotos de recuerdo y  seguimos hacia Cangas de Onís para juntarnos todos y buscar un sitio para comer, misión que  no fue fácil, pues pasadas las cuatro y media en todos los sitios estaba la cocina cerrada. Al final encontramos uno y por fin pude sentarme y descansar un poco delante de un par de platos de una buenísima, increíble y más que apetecible FABADA asturiana. Tras reponer fuerzas con una buena comida iniciamos el regreso de una forma más recta, por la nacional. Por culpa de la cala no podía ir a más de 29-30 Km / h, pues entonces necesitaba tirar hacia arriba del pie y se salía del hueco donde metía el trocito que quedó en la cala, además de con cada bache o cambio de piñón, en fin un rollo durante unos treinta kilómetros hasta llegar al coche, donde tras cambiarme de ropa, secarme un poco y despedirme de la gente, sobre las ocho salía hacia el camping donde tenía la familia, algo más de tres horas de coche que sumar al día, para donde después  de una ducha caer rendido.

No puedo dejar de agradecer a los miembros de la peña Vicente, Pedro , Tito Juan y el Cabo, por permitirme añadirme por un día a su viaje. Siento que Ricardo, ( el cabo), por un accidente ciclero una semana antes del viaje no haya podido disfrutar con el resto, espero que se mejore pronto.

Para quien pueda leer este resumen, puede parecer que este viaje con el  gasto de dinero que supuso, comidas ,peaje, gasolina, Hotel, etc., al no conseguir la meta de coronar los lagos, fue una pérdida de tiempo, para otra persona puede, pero yo siempre intento aprender de lo que hago, y aunque no sea lo correcto, se aprende más cuando las cosas no salen bien, como en este caso, aunque espero poder volver algún día y hacerme la foto en la cumbre.

Por mi horario de trabajo el resto del año, intento dedicar las vacaciones a mi familia, por eso no puedo dejar de dar las gracias a mi mujer y a mis hijos por esta pequeña escapada en el tiempo que era para ellos.